De manera tradicional el contacto del pie con el suelo se ha clasificado en tres fases, la de apoyo inicial de talón, la amortiguación con apoyo completo y la propulsión a través de los dedos. Estas tres fases no son fijas y tampoco el orden por el que hay que comenzar a hablar de ellas, así que yo elijo empezar por el final. Hablemos pues del despegue o propulsión del pie.

Para que el pie abandone el suelo de manera efectiva, recogiendo la disposición y la inercia creada en fases previas, es preciso que sea firme. Me explico. Para la amortiguación, por ejemplo, la estructura habría de ser dócil y tener cierto grado de deformidad elástica pero en esta otra fase no. Para despegar los dedos del suelo y poder efectuar la propulsión, el pie debe comportarse como una poderosa unidad a pesar de la infinidad de elementos que lo componen. La gente que practique ciclismo con el calzado apropiado sabrá a lo que me refiero porque las botas que utilizan son ajustadas y rígidas, muy poco o nada deformables, con el objetivo de transmitir de manera íntegra la fuerza del cuerpo sobre el pedal. Si entre el pie y el pedal hubiera algún material esponjoso o deformable se perdería esa transmisión efectiva.

Uno de los mecanismos fundamentales para lograr que el pie sea una estructura compacta es una articulación de la que no se habla con frecuencia, la calcáneocubidea.

El calcáneo es el hueso del talón que contacta con el suelo y el cuboides le sucede por delante (más hacia los dedos) en la región lateral del pie. La articulación que forman se cierra (se bloquea de manera que los dos huesos se comportan como si de sólo uno se tratara) durante el apoyo completo del pie y prepara a éste para que se comporte con esa necesaria rigidez de la que os hablo. 

Por desgracia el mencionado bloqueo no siempre ocurre y una de las causas es la posición anómala de otra articulación muy cercana, la que forman el calcáneo con el astrágalo, este último justo encima del primero. No quiero liaros mucho ahora, ya iré hablando de manera dosificada de todo esto más adelante. De momento dejo anotado que una de las articulaciones ha de estar en posición neutra mientras la otra prona. Sin esta combinación el avance se complica y el pie se comportará como un puzzle destartalado de muchas piezas. Adelanto esto como posible causa, no necesariamente aislada, de sobrecarga del tríceps sural, periostitis, fascitis plantar, insuficiencia de peroneos y metatarsalgias entre otras alteraciones. Adelanto también que un pie no se puede definir como pronador y supinador sin más sino que dentro de él se suceden pronaciones y supinaciones simultáneas en distintas articulaciones y esto es algo que requiere un estudio serio para poder ser analizado.

Antes de acabar os pido una cosilla: volved al dibujo del pie y localizad los huesos que el astrágalo tiene por encima. Son la tibia y el peroné, ¿verdad? éstos influyen y se ven influidos al mismo tiempo por la posición de las distintas articulaciones del pie. Lo mismo ocurre con lo que encontraríamos si seguimos subiendo, el fémur, la pelvis, luego la columna con cada una de sus vértebras, costillas, omóplatos…

He detallado un poquito cómo funciona una de las partes del pie, pero todo está conectado. El pie es complejo y tiene que soportar mucho trabajo, aproximadamente 15.000 pasos a lo largo del día, pero no funciona solo.

Así que si te mueves hazlo con todo tu ser porque no hay otra forma. Si tienes dudas tranquilo, el reto es que vayamos descubriendo cómo resolverlas.

¿Quién escribió el artículo?

Podóloga, fisioterapeuta, profesora del método Feldenkrais e investigadora científica, pionera en el ámbito de la diabetes y el ejercicio terapéutico.
Experta en la realización del estudio biomecánico de la pisada orientado a crear plantillas donde el gesto técnico y la calidad del movimiento son parámetros esenciales.

×